Realizar actividad física a cualquier edad es muy importante para mantenernos con una salud óptima con el objetivo de tener una vida diaria más confortable y evitar las enfermedades derivadas del sedentarismo.
A finales de los 20 y principio de los 30 es cuando la actividad física va a conllevar una mayor inversión en las siguientes décadas. A la hora de hacer ejercicio podemos optar por la intensidad elevada y la potencia. De forma bien planteada y programada el trabajo de la fuerza será la mejor de nuestras herramientas para mantener la capacidad funcional, conservar la masa muscular y mantener elevado el coste metabólico.
A los 40 que el organismo responda de mejor manera al trabajo cardiovascular frente al desarrollo de la fuerza, no significa que tengamos que olvidar este último. Es importante que se sigan trabajando contenidos de trabajo de fuerza, no solo por salud articular, sino también para mantener un elevado coste metabólico y favorecer el rendimiento a nivel cardiovascular como complemento. Es muy clave en el caso de la mujer, ya que seguirá ese carácter preventivo ante la osteoporosis.
A los 50 el trabajo de fuerza y control postural debe concentrarse en la musculatura que se denomina antigravitatoria. Ejercicios como los de extensión de rodilla, cadera y columna han demostrado dar no solo fuerza, sino además ayudar a cambiar patrones de flexión a extensión. También se ha demostrado que el trabajo de fuerza excéntrica, como bajar escalones, consigue grandes ventajas motrices y de mejora de la capacidad de fuerza.